domingo, 23 de agosto de 2009

ventidos cero ocho dos mil nueve

escribo sobre ayer. solo una acción. uno de esos actos extraños.
ayer.

caminaba hacia una cita. una madre gritaba a su hijo "pasa rápido la calle". un niño de cinco años, lleno de bolsas corría entre dos aceras. me quedé quieto en la mitad de la vía. abrí los brazos como tratando de proteger al niño e hice una reverencia a su paso. el niño me miró y sonrió. un hombre a mi lado me miró y sonrió. la madre en la acera lejana me miró y sonrió. el acto, la reverencia, todo fue un momento en que se detuvo el tiempo: los carros dejaron de lanzar smog por los escapes, los árboles dejaron de craquear con el viento, la mujer que me esperaba en el café detuvo su mirada en el reloj, el humo de su bebida fijó una imagen en el aire.

hacía mucho no sentía eso. una escena que es capaz de detener el mundo, un instante en el que se puede resumir la vida. al pisar el andén del otro lado, el giro del mundo se sintió como un romperse de los huesos, un reestablecerse de la cotidianeidad. lo sorprendente de todo el asunto, es que todo lo ocurrido después de esa serie sin pausas de las tres sonrisas, todo tuvo ese peso, la densidad y un significado. cada palabra, taza de café, broma estúpida y acto absurdo. la densidad de posibilitar una nueva vida, el significado de establecer una opción de vida.

incluso un viaje en trasmilenio me pareció sorprendente y alegre.

3 Comentarios:

andreacrozo dijo...

esto no me deja comentar

andreacrozo dijo...

ya pude

andreacrozo dijo...

es un proceso largo y cansado, esta experiencia no me gusto

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