ventinueve cero ocho dos mil nueve

día de acción.

cuando escribo cuentos (cuando lo hacía) me reclamaban (reclaman) acciones. la mayoría de escritos ocurrían en la mente del personaje y, mientras se quedaba quieto, el personaje pensaba, pensaba, pensaba. quizá en la página cuatro o cinco golpeaba en una puerta, o corría media cuadra. nada más. descubrí que escribía así porque vivía de esa manera. Llevaba todo el día encerrado en casa, saliendo solo por necesidad, moviéndome por obligación. Así, las cosas ocurrían en mi mente: leía e imaginaba, estudiaba y me convertía en el estatismo personificado. quizá podía salir corriendo a la tienda a media cuadra o golpear en una puerta; a las cuatro o cinco de la tarde.

ahora quiero cambiar. ahora quiero escribir diferente. por eso salgo, por eso me muevo. no fue un movimiento exacerbado ni esporádico: fue constante, duradero y (sobre todo) feliz.

Empiezo (ojo, el título anuncia 29, no 30): escuchar maullidos de obi-wan, leer el periódico, salir al desayuno, esperar en un paradero, tomar un bus, ver una obra de teatro, bajar en el bus, comprar cosas para comer, reír en medio de un atasco, preparar comida, reír en medio de la preparación, reír, hablar, tomar café, reír, asistir al estadio, ver un partido, celebrar un gol, celebrar otro gol, salir entusiasmado, eufórico, sentir la adrenalina correr por las venas, tomar un taxi, abrazar una amiga, hablar de su vida (al menos la de los últimos seis años), hablar de mi vida (al menos la de los últimos seis años), burlarme de un sitio al que no me dejaron entrar, tomar otro taxi, llegar a casa, ver televisión por exactos veinte minutos, dormir.

la mayoría descritas con verbos, la mayoría acciones. Ahora debo escribir. veré si puedo hacerlo igual. escribir es vivir. vivir es escribir.

plus: hay una razón primordial por la que escribo. se relaciona con el "decálogo" de andrés neuman. dice algo así como: "al que escribe le pasan cosas, al que le pasan cosas debe escribirlas."