martes, 20 de julio de 2010

sé que entre las calles debes estar, pero no sé partir

desde la ventana se ve ondear una bandera argentina.
es una bandera sucia y grande. una bandera más parecida a un trapo. está encerrada entre cuatro rejas, como si fuera el cóndor herido que vi una vez en mi infancia. ha estado ahí desde que llegué y nadie da buena razón de ella: los partidos de fútbol, la independencia, un exceso de patriotismo, cualquier razón es válida para que esté ahí. la miro e intento saber su historia, su razón de ser. quiero saber para escribirle cuántas veces la hace girar el viento, decirle que exactamente a las 3:47 empieza a recibir los primeros rayos de sol, mostrarle lo desvanecido de sus colores que recibieron lluvia el domingo; pero ya no quiere hablar conmigo. quiero contarle que buenos aires en invierno huele a gas que se incendia en los calefones y a empanadas calientes. reír mientras le explico que el pan lo venden por kilos y que las monedas del bus se deben guardar y atesorar como recuerdos de infancia. quisiera que leyera un cuento en el que camino con ella por parque lezama y nos llamamos alejandra y fernando. me gustaría contarle que el agua embotellada sabe dulce y que los cigarrillos dejan la boca seca. tomar una foto a los tomacorrientes y explicarle que esas tres pata asimétricas las tenía la nevera de mi casa natal. igual, nada de eso saldrá porque ella no me quiere hablar. me gusta mucho la ciudad y me agrada que el resultado de mi andar por las calles produzca un despertar de los sentidos al que ella me empujaba. pero no deja de ser invierno, y la lluvia, el viento y el frío golpean fuerte. y pierdo cosas a cada hora, a cada minuto, a cada paso. y empiezo a fallar en esas promesas que nos habíamos hecho: compro un reloj, no escribo a mano, ya no disfruto el presente. y cada vez que ondea la bandera, un cabello suyo desaparece de mi memoria. y escribo para no olvidar, y el tiempo desaparece y se quema en los calefones. y la bandera sigue ondeando. y el sol de la tarde ya toca el sol de la bandera. y la ventana está a punto de cerrarse.
de nuevo.

2 Comentarios:

Bruno dijo...

Cuando vaya, un día en el futuro, espero poder escribir para entender, si la melancolía es parte de la distancia o algo connatural a la ciudad. Pero yo me llamaré Bruno en otro cuento que posiblemente también escriba. Mientras, seguiré pensando si talvez no será mejor llamarse Martín, para poder viajar al sur cuando todo termine.

Unknown dijo...

Me gustó mucho este escrito...ese eres tu!

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