llueve. desempolvo una chaqueta y salgo a soportar el frío. el aire polar sopla fuerte desde el sur. viento zonda.
la tarde se escurre hasta los bolsillos y se empoza en los pliegues. duermo entre página y página de un libro. a nadie en la biblioteca le importa. cine, café jarrito. veo el choque de dos carros, a una pareja de coreanos asustados por un linyera, a un viejo que cojea y habla solo, alguien que bota su café al piso, alguien que simula lanzarse a la línea del subte. a medida que las imágenes pasan por el día, pienso en escribirlas. pero una idea intrusiva me atenaza: me leen. AJ dijo algo hoy sobre una entrada, Q escribió sobre mi entrada ayer, seguro que M la leyó, y N también. la escritura como lugar de encuentro. la certeza de que en las palabras se esconden las caras supuestas de aquello que se desea. crear el puente. ver que el mundo no es lo que se lee. saber que mi mundo no es aquello que escribo. ¿y si le dijera que no pensé en nadie?, ¿si enfrento mi soledad con la idea del deseo puro, insatisfecho?, ¿si le dijera que mis plegarias se dirigen hacia mi falla? pero esto es escritura también, también es falla, es herida, huella. signo sin referente claro. y las gotas de la tarde fueron reales. el frío polar trajo recuerdos vivaces. los podía tocar. olían a jazmín. quizá escribo más de lo que hablo. quizá sueño más de lo que hago. y como hoy me lo recordó J "estamos hechos del mismo material de nuestros sueños" W.S.
lunes, 8 de noviembre de 2010
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