domingo, 2 de enero de 2011

tres minutos y veinticuatro segundos después

vida en letras.
escribo para moverme. motion - emotion y todos los etcéteras que acompañan a eso. una semana de inconsciencia, cinco días de silencio, cuatro más de inestabilidad y tres de festejo (que apenas inicia). nada de eso me mueve. con la duplicidad de la diferencia cartesiana me siento dos y la mente descansa mientras el cuerpo aprende -apenas ahora- a moverse solo. entonces aparece de nuevo: ahí está, la lógica del tener cuerpo que me lleva a escribir. la unión necesaria. la razón del tener una vida en letras. el porqué regreso. tres minutos y veinticuatro segundos después de iniciar el ejercicio, el corazón me recuerda su existencia con un nuevo dolor. duele por tres segundos, quizá fueron cuatro. paro. tomo dos sorbos de agua y sonrío. mi hermana pasa a mi lado. "ya estoy viejo", le digo. ella se ríe y me dice que es ese un insulto para ella. el dolor ya ha desaparecido pero lo imagino aún presente. bromeo un poco conmigo mismo en voz alta. me cambio los zapatos por hacer algo, por salir del espacio que comparto con ese yo que bajó adolorido de la máquina. subrayo los tres minutos: tan solo tres minutos. "no olvides los veinticuatro segundos", me dice otro dolor, esta vez en el codo. la idea de que el tiempo me atraviesa como tamiz se deshace de nuevo en la materialidad de la máquina (terrible nuevo enemigo a vencer) que me reta de nuevo. me subo de nuevo, pero temo empezar. deseo que pasen los diecisiete minutos de todos los días. entonces cierro los ojos y veo una carretera larga, recta, con el mar a un lado y montañas pedregosas al otro. "si lo vuelvo a sentir", pienso "siempre puedo saltar al vacío". antes de dar el primer pedalazo, y con la imagen del mar a mi lado aún presente, rezo como solía hacerlo de pequeño: "señor, libranos del mar. amén". el corazón, entonces, volvió a latir.

1 Comentarios:

Unknown dijo...

Ya estamos viejos....

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