martes, 27 de octubre de 2009

cinco payasos y un taxista

llevo tanto sin escribir aquí que ya olvidé cómo se tilda. no quería hacerlo si no tenía algo que escribir, y entonces los días pasaban lentos, cada vez con más bruma, una bruma espesa. la somnolencia se posó sobre mis manos y sobre la cabeza. viví los días tratando de pensar en cosas que me hicieran olvidar todo a mi alrededor, hasta que hoy, el fútbol, mi último refugio, también se untó de mierda.

aunque no es cierto. todo empezó antes. algo me despertó esta mañana del letargo. si no era eso no entiendo qué más podía ser. y la cosa se resume fácil: casi muero atropellado por un taxi lleno de payasos. sí. como suena. tal y como es. cinco payasos y un taxista metidos en un carro minúsculo y lleno de bombas de colores avanzaron veloz por la calle, alcancé a correr a la acera. el taxi paró a mi lado. las ventanillas bajaron, las dos de la derecha. salieron dos caras totalmente pintadas, las narices rojas, los vestidos de colores y (me imagino) los zapatos gigantes. me miraron a los ojos y empezaron a murmurar en algo que la biblia describiría como "lenguas" y que sonaba algo parecido a "blagpiriririrtuututuchschschs". los tres payasos restantes y el taxista reían a carcajadas adentro. todos se burlaban de mí... cinco payasos y un taxista me señalaban y se reían de mí, en mi rostro.

si eso no me lleva a escribir, entonces no sé qué lo puede hacer.

2 Comentarios:

betotosto dijo...

Jaaaaaja, que bueno, es una buena manera de despertar, como para una película existencialista, además el número cinco es mi favorito. A veces la epifanía suele ser un asunto bien absurdo, pero contal que cumla su misión esta bien. Me suscribo de su blog con este post.

Sucumbio al Abismo dijo...

¡Vaya!, fascinante manera como percibe a los payasos. Puede ser un melindroso Martes en que todo huele a rabia y solo quedara la insípida virtud de redactar algo majestuoso.
abrazos.

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