visitar la casa de un amigo para cuidar sus gatos puede ser algo más que echar un poco de wiskas en un plato.
casi no puedo salir de la casa. la tranquilidad y el silencio que se enfrentan en un lugar solitario son espacios que no me permitía hace mucho tiempo. creo que la costumbre de la vida comunitaria ha hecho mella en mí. estar en completa quietud, sabiendo que nadie atravesará la puerta porque no esperas a alguien son emociones que materializan el sentimiento del espejo. no hablo de lacan, es más bien la idea de quedarte viendo al espejo durante el tiempo suficiente para que tus facciones se deformen y cambien hasta el punto de no reconocerte. entonces viene una especie de escozor en la piel y la realidad regresa. ahí estás tú, pero diferente,por un momento no fuiste tú. posiblemente solo hablo de un satori.
quedo con la idea de vivir solo. después de dar comida a los gatos, me siento a fumar con el televisor apagado, mientras imagino que gano esa lotería que nunca compraré y podré tener un lugar en el cual el espejo estará instalado en todas las paredes. quizá así, al fin, logre escribir.
jueves, 4 de marzo de 2010
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)

0 Comentarios:
Publicar un comentario