viernes, 8 de octubre de 2010

extrañamiento versus familiarización

siempre dije que lo único que no quería perder en mi vida era la sorpresa. "tener ojos de niño", decía. y abría los ojos grandes y me reía y quien estuviera al lado se burlaba de mi cara.

ahora la sorpresa me abandona por momentos. "familiarización" lo llamaban los críticos de inicio de siglo. yo los leía y me repetía "extrañamiento". dos pasos diarios por la avenida más ancha del mundo (así la llaman) ya no me parecen raros (excepto por la vez que pasé corriendo con un carrito del supermercado del cual casi caía una botella de vino). ya no noto las palabras raras. las chicas hermosas de la calle no me parecen tan lindas. el baile de la chacarera no es tan especial. esa linda galesa que se sentaba en los puestos de adelante se me antoja muy flaca. la gringa con acento porteño muy gringa. las llaves de las casas son normales y el mate ya no es tan sabroso. leo las noticias y me siento leyendo un libro de Philip Dick. veo una película argentina y me siento viendo un remake posmoderno de crimen y castigo. "uno se va adecuando", me dicen. y es cierto, pero la adecuación no conlleva perder la sorpresa. hay momentos en que quiero recuperarla pero solo se me ocurre recuperarla para los otros. cuando les cuente que hice esto o aquello. entonces me doy cuenta que no hice "esto", ni "aquello". cuando empiezo a pensar en eso me encierro en el proyecto que por fin empiezo. o me quedo media hora pensando en esa palabra que olvidé (la recordé al salir de casa, cuando ya era inútil: "acuñar"). pero hay días en que siento el sacudón y los ojos se abren de nuevo y sueño buenas cosas, y hablo con Q y le cuento las cosas que se me han ocurrido. en las noches enciendo la tele, escribo en un jornal, escribo un correo a J y hago una lista de las cosas que debo hacer. me acuesto esperando que el extrañamiento se conserve, quiero tener la mirada de M. estoy seguro de hacerlo. mañana también. estoy en otro país. ¿cómo no? es apenas justo. entonces pasa a mi lado un zancudo que intenta entrar en mi oído. lo espanto y pienso: ¿qué era lo que estaba soñando?

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