sábado, 19 de marzo de 2011

las barras no van conmigo

salgo a un bar, es sábado en la noche.
los amigos me dicen: "ahí se consigue vieja pa' coger, seguro". pero solo quiero observar, estar, tomar una cerveza, tranquilo. veo que alrededor todos miran rapaces, buscando una persona con quien compartir su soledad. pido una cerveza. me quedo en la barra, quieto. intento hablar lo menos posible. de cierta manera, el lugar me parece una de esas fosas de agua en áfrica, donde se reúnen todos los animales a hablar de lo penoso de sus vidas y buscan -al mismo tiempo- cómo comerse o dañar al contrincante. miro fijo la pantalla y hay deportes en que los que el close-up solo muestra tipos con la cabeza abierta y los ojos reventados. las mujeres se mueven como si caminaran por un corredor de muestra. muchas son hermosas, la mayoría. me gustaría sentarme al lado de una de ellas, decirles mi nombre y hablar hasta que el sol aparezca. pero no lo hago. los tipos son altos y estéticos. tienen la actitud de "lleguen a mí" que siempre he deseado. pero me cuesta mantener las relaciones. una chica me habla, me pide un cigarrillo. se lo doy y termino la charla con una respuesta seca. después no hablo más. vuelvo a mi lugar y sigo masticando los goles de un equipo desconocido en la pantalla. todos salen tomados de la cintura y yo pido la segunda cerveza. había escrito en una conversación cómo veía mi destino: hacia el ostracismo, hacia el odio sistemático a todas las formas de vida. creo que el camino es seguro. solo faltan días o meses, quizá años; pero el camino es seguro. ahí van ellas, con sus espigadas narices judías y sus pantalones cortos y apretados. le digo a la chica inglesa a mi lado que cuide mi cerveza, que voy al baño. ella no me hace caso, solo sigue hablando con sus amigas. encerrada en su mundo. yo me encierro un poco más (si eso es posible)tomo mi vaso con los dedos y no lo suelto. lo aprieto e imagino que mi fuerza es capaz de romperlo. quizá lo haría la fuerza del cubano que está a dos sillas de la mía, o la del argentino que besa a una chica desconocida a tres sillas de la mía. yo no podría, me sobran libros en la cabeza, me falta presencia física. acabo mi cerveza de dos sorbos y miro el reloj. sin darme cuenta son las tres y quiero llegar a casa a escribir el malestar. si hubiera llevado una libreta. en el camino fumo el penúltimo cigarrillo de la noche. me cruzo con las mismas chicas: narices pronunciadas, andar delicado, faldas demasiado cortas. tomo el bus y, al subirme, ya extraño el bar. me sentía bien, igual. pero está la opción de llegar a leer. y esa opción me gusta más. así que decido escribir un momento para que puedan decir que me convertí en el resentimiento puro. pero nadie me leerá porque solo yo me leo. quizá en un nuevo momento de instinto de conservación decida que todos me leen. no lo sé. al menos así siento que puedo decir que estoy triste y no me juzgarán por ello. y como solo yo me leo puedo mandar el mundo a la mierda, seguir escribiendo y saber que nadie me hablará de lo mala persona y peor amigo que soy.
me retiro, hoy solo leí 80 páginas y quiero regresar a los libros: el lugar del que nunca debí salir.

1 Comentarios:

Unknown dijo...

Yo te leo, siempre te leo, y te pienso y me haces falta...

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