quince cero ocho dos mil nueve

aglomeración.

hay momentos en que se quiere estar solo, y no es posible. Aglomeraciones. en la tele dos náufragos y un grillo argentino huyen de una ballena. sentir el amanecer de los pájaros, el trinar de los carros un domingo en la mañana. ¿a qué horas amaneció?, ¿porque razón sigo hablando mientras leonard cohen suena quedo, muy quedo?, ¿por qué me quedo hasta el final de la noche, hasta la llegada de la madrugada? La mitad del día desaparece en sueños que no quiero ni puedo recordar. Aparece en su lugar, la imagen de lo real como aquello que está ahí, lo que no puedo negar. Duermo la mitad del día, y al despertar, la voz clara sigue: "Demuestra que eres bueno, que no eres egoísta y serás un niño de verdad." Si es así, ¿acaso soy real? Seguro que no, quienes lo afirmen solo lo hacen para que todo pase sin más ni más. La imagen femenina está lejana, y calurosamente cercana. Hace falta, es reemplazada, re-laborada.

No mucho más del día de ayer: cosas que no quiero escribir porque este jornal no tiene las características del diario. Porque estás del otro lado leyendo. Porque ciertas cosas, a veces, mejor no pensarlas. Solo hablar de la reunión: veinte personas y la ciencia ficción; hablar del alcohol: treinta cervezas y amanecer con tom waits; hablar de la pereza lujuriosa de la mañana; hablar de acciones, no de pensamientos. Quiero retomar el cuaderno del dragón rojo. El mismo, el regalo. Ahí irán todas las cosas que me olvido, aquellas que no leerás, porque no sabrás que escribiré ahí, aunque ahora que lo escribo ya lo sabes.

vaya final. justo a tiempo. el grillo argentino recibe un premio: "conciencia oficial", mira al cielo y dice: ¿Cómo hiciste para acordarte de mí? ¿Conciencia? -pienso, me pregunto-, solo me queda reír y jugar. Imagino una nueva película con un nuevo final que es un principio: ¿Conciencia, como hiciste para olvidarme así?