hacer lo que no se espera no siempre es sorpresa agradable.

saboteo.

una charla hace mucho. uno de esos amigos que consideraban su palabra una verdad me decía que saboteaba a la gente. al momento en que, en una reunión con amigos, aparecía una chica interesante, mi modo de llamar la atención de la chica era sabotear a los otros. dejar a los otros como tontos para que yo pudiera sobresalir. me pareció que él podía tener la razón. creo que lo hacía. ya no lo hago. en su lugar, descubro que ahora el saboteado soy yo. lo interesante del asunto es que el saboteo surge de mi parte. me saboteo. estoy seguro. me saboteo. dejo de llamar al momento en que algo es posible. nombro mis relaciones anteriores cuando la charla se dirige hacia confesiones personales. doy abrazos amistosos cuando logro algún contacto. hablo de posibles salidas dos días después y pregunto si tengo una oportunidad. charlo sobre mi imposibilidad de acercarme a los otros. desaparezco del mapa durante un mes sin razón aparente. dejo mensajes secos en contestadoras automáticas. pregunto sobre las parejas: nuevas y viejas. voy al baño en los momentos cruciales. hablo sobr un viaje que me alejará por largo tiempo. me comporto como un idiota.

me está molestando el sabotaje. me pegunto la razón del acto. hace poco, en una charla ajena, me dijo que yo tenía miedo de vivir. lo dijo con tanta convicción que detuve el tenedor a mitad del aire y dejé de respirar por un minuto. esa frase cortante tenía una lógica abrumadora. así que, con poco tiempo, me decido a darle una vuelta de tuerca. pero las cosas van paso a paso. primero aquí. en este espacio en el que me siento cómodo y algo anónimo. es primero aquí. así que no esperes una llamada mañana. ¿quisieras un café?