jueves, 5 de agosto de 2010

.... y como vio que todo estaba bien, el domingo descansó.

los domingos ya no hay fútbol. los domingos ya no hay noticias a las nueve de la noche. los domingos ya no hay películas de dudosa calidad quemando las tardes con mecha lenta. los domingos hace más frío: quizá el aire adivina el sopor de las noches anteriores, quizá la lluvia mantiene nuestra misma indecisión de caer o sostenerse, quizá pasamos nuestro cansancio a las gotas que caen tímidas y congeladas en su proceso. los domingos hay música, los domingos hay vino, los domingos hay cigarrillos, los domingos hay voces que cantan a tiempo y a destiempo. los domingos las tardes se siguen quemando con mecha lenta, pero el televisor ya no es una opción de quietud posible; habrá que acostumbrarse a los libros. los domingos las personas caminan por la calle rumiando el frío, masticando el vaho que sale de su propia boca. los domingos hay atasco de cuerpos en defensa. los domingos queda pensar en la familia y los amigos mirando a lado y lado las cosas que les quieres comprar... pero aún hay tiempo. lo domingos hay una llamada. los domingos suena el timbre en la noche. los domingos las campanas de la puerta golpean contra el marco y el silencio de la noche se rompe. las campanas suenan una vez, quizá dos, no se sabe cuántas veces pueden sonar. una vez el silencio se rompe, aparece la música. la conocida que cantamos todos, la que suena por primera vez. música para leer en pantalla, música para encontrar el tono, música que se baila, música que se toca, música que se llora, música que se lamenta, música que se ríe. y con las notas aparecen los planes: viajar, comprar un velero (recuerdo entonces las conversaciones con V, sus cigarrillos electrónicos y su bitácora del dragón), hacer tortas, cambiar de guitarra, celebrar cumpleaños, crear canciones, hacerse millonarios. y las canciones en la cabeza trabajan a su ritmo: recuerdan la niñez, rememoran los aguardientes despechados de las cinco de la mañana, dejan ver los fantasmas de aquellos que están lejos en el tiempo y en el espacio. recuerdo -o mejor, imagino recordar aquello que no viví- las noches de mi padre haciendo sonar los acetatos en el viejo equipo que ahora está en mi cuarto, encima del baúl de los recuerdos. el vino se seca en el paladar y deja una macha carmesí en los labios quebrados. los cigarrillos interrumpen con tos seca la mitad de las canciones. C habla entre canción y canción: empieza con ese "ché, sabías que..." que siempre intercala con notas quedas, asonantes, buscando una canción para seguir, para acabar con el silencio que se posa sobre el living. al final, y después de unos segundos, termina un con un conocido "¿viste"?, que nos hace asentir con la cabeza. y la noche avanza, ya no a su ritmo (con el ritmo soso que tiene esa noche de domingo), sino a nuestro ritmo. un aplauso se escucha al final de algunas canciones. un murmullo se posa después que la botella termina. entonces alguien dice "bueno" alargando esa e que indica despedida. y la guitarra descansa, y las campanas suenan de nuevo cerrando el sonido que se abrió con su tintineo. y el día siguiente empezará con el ritmo del domingo en la noche, un ritmo que se mantiene y que, ya a punto de desaparecer, aparece de nuevo para despertar las otras tardes de subte y colectivo. para nacer de nuevo cada vez que puedes mascar el vaho que se escapa entre los labios.

3 Comentarios:

Anónimo dijo...

Considerando que su último post, querido Horwendil, fue el 5 de agosTo, no me da ningún pudor decirle que es Ud. un irresponsable. No me importa que la ciudad lo tenga ocupado con cantos folklóricos, ni cuántas pesadillas con animales plumíferos lo obsesionen: ESCRIBA ALGO!

Anónimo dijo...

Andas tan entretenido en las peñas que se te olvida el blog?

Brandy A.

Unknown dijo...

Al leer de esos domingos, de tus nuevos domingos parecen un poco algo así como mas amigables....
Aquì va un poco de memoria de tus domingos de Bogotá : se te extraña en los domingos de locha extrema, de television con los programas mas absurdos, de las tardes de futbol viendo partidos de equipos de los que ni siquiera eramos hinchas, del desayuno a las 12m y el almuerzo a las 6:00pm, de la tienda de Balbino después del noticiero, de las burbujas de chocolate, el mister tea, del ponqué lolita y de esa sensación de comenzar otra nueva semana a eso de las 10:00 de la noche.....se te extraña ..

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