y leo sobre sueños y también sueño un poco. hacía un buen tiempo no lo hacía, ya era hora.
me preguntan qué hago, qué escribo, qué veo. suena a veces a exigencia, pero la verdad no hago. leo, camino, conozco y pregunto. nada más. quisiera hacer más, pero no lo hago. en lugar de eso, el cuerpo reclama acciones que no le puedo dar, entonces: sueño. están esos movimientos que se quedan en la pantalla y que hacen pasar los días, y el sol avanza rápido, aunque dure hasta las siete o siete treinta. y la sorpresa se desvanece y las repeticiones empiezan a delinearse. entonces está el movimiento necesario, ese empuje inevitable (e innecesario) hacia arriba para que el ouroboros se convierta en espiral romántica. pero cada vez cuesta más que el espiral se note, que simplemente sea, que tenga la tangibilidad del calor cálido de las noches. inicio de nuevo uno, dos, tres veces el mismo proyecto pero, al parecer, la espiral romántica es decadente, es oscura y no da lugar a la proyección. entonces está la espiral negativa, la del hundirse, la del buscar en lo bajo, en lo oscuro, en aquello que quise ser... entonces: sueño.
le digo a ella, a la ella que es muchas ellas que la quise, que la miraba cuando las luces estaban bajas y ella prestaba atención a la pantalla del cine. que le decía frases inexplicables que solo tenían un doble sentido para mí. que respiraba hondo cuando salía de casa y ella dejaba su olor incrustado en el saco que le había prestado. que me gustaba verla sonreír, sonrojarse, abrazarse. la ella que es muchas ellas alza la mirada del piso, está un poco nerviosa. con su mano mueve mis cabellos como si fuera un niño pequeño y me da dos palmadas breves en la espalda. quiero gritar y decirle que esta vez quiero decirlo y que lo entienda, pero mis piernas no responden y la veo alejarse. tiene una falda roja con flores estampadas en desorden: algunas se caen a medida que el viento pasa. sin embargo el sueño no es malo, algo bueno hay en él. al fin se lo digo y ella me entiende. pero la inacción siempre presente. la acción debe encontrar un camino, un espacio en el que actuar. así que sin poder estar más en el sueño: despierto.
me alegro. algo en el sueño me ha gustado. me levanto y preparo café. en el trascurso olvido la cara, prometí recordarla al momento del duermevela. decido entonces que será una ella que es todas ellas. la sensación se mantiene pero tiende a evaporarse con el paso de los minutos. de los segundos.
el café está listo, el sueño se olvida. lo recuerdo en la noche. cuando aparece de nuevo Ismael. y leo sobre sueños y también sueño un poco. hacía un buen tiempo no lo hacía, ya era hora.
lunes, 4 de octubre de 2010
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2 Comentarios:
Ay, ¡pero al menos nos leemos! (yo más a ti, bueh, igual).
Sólo se sueñan las carencias.
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