miércoles, 18 de mayo de 2011

parafina líquida

me apago.
no sé bien en que momento empecé a creer en las frases hechas. quizá fue en séptimo grado cuando inicié a leer a khalil gibrán. después tuve esa absurda etapa de richard bach. fue la época en que mi ciudad se empezaba a llenar de misticismos absurdos y que terminó con un extraño rito cultural por las plantas de la amazonía. debí darme cuenta en ese momento. pero siempre llego tarde. saber que las frases hechas son frases sacadas de la excepción. el clásico "yo conozco una persona que...". pero yo nunca era esa persona, las excepciones a la cotidianidad eran siempre los otros. a mí me tocaba esa línea ya recorrida por muchos que formábamos la mayoría. plana y llana, repetitiva en sus ciclos. y mientras transitaba por esa línea (circular en su esencia más pura) en algún momento se metió en mi cabeza el convencimiento del "elijo lo que soy" y "la vela brilla mucho antes de apagarse". ahora me doy cuenta que son tonterías. me apago lentamente. sin brillo. con nadie alrededor a quien iluminar. brillando para mi propio acto mediocre del consumirme. quizá la existencia misma de la llama dependía de un alguien a quien iluminar. un espejo bruñido que reflejara borrosamente mi posibilidad de estar. ahora, sin la refracción, sin la reflexión, no me queda más que mirar mi pabilo que se hunde en el charco líquido de la esperma que se evapora. entonces surge la idea de volver, de dejar todo y encerrarme en un cuarto por meses enteros. kikikomori. lo otros dicen querer volver al inicio, cuando no encuentran el reflejo inmediato. yo creo mis propias manchas visuales. las imagino creyendo que están ahí. tarde me doy cuenta que son fantasmagorías. y entonces quiero volver a la mitad. siempre llego tarde. después recuerdo los libros. la pena en dejar un libro a la mitad. entonces decido terminarlo. y entonces decido quedarme. y así pasa mi vida. con los pensamientos del entretiempo y la búsqueda desesperada por el pitazo final cuando se va perdiendo el partido. siempre en la banca. me apago. lento. los chispazos finales del pabilo tocando la cera ya aparecen. no queda mucho. me queda el consuelo que nadie lo verá. las deslumbrantes velas de las excepciones harán que todo siga. la luz continuará, sin mi paupérrima colaboración. debí escuchar mejor a mamá: estaba en séptimo grado, en mi maleta cargaba un libro de khalil gibrán que había trascrito a máquina el día anterior, llegaba de la emisora a la cual me habían invitado para hablar sobre algo. era un héroe, estaba logrando las cosas. al llegar a casa fui recibido con una mirada acusadora. mi madre me esperaba en la puerta. había escuchado todo el programa. y antes de abrazarme me dijo: "cómo se te ocurre decir eso del "granito de arena". ¿no sabes que es una frase hecha? ese tipo de cosas no se dicen porque casi nunca son ciertas". sí debí escucharla mejor, pero siempre llego tarde.

2 Comentarios:

Rodrigo Bastidas dijo...

fe de erratas: léase "hikikomori" donde dice "kikikomori". Agradezco a Gatzumala por la aclaración.

Aura Raquel Hernández dijo...

se te olvidó vivir :(

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