en busca de la angustia difusa

siempre se regresa a la escritura.
hay un impulso parecido a la corriente alterna que atraviesa la columna. R me escribió hace mucho "escribí", y lo hice. pero la corriente se terminó al momento en que debía dar un click y ahora aparecerán las letras rojas de "borrador" torturándome. el texto salió de mí, pero no encontró la dirección a la que llegar y, como la flecha de zenón, se quedó en la mitad, de la mitad, de la mitad, de la mitad. pero no sólo un mandato directo es contenedor de energía, hay otras pilas, cargas, baterías o lamparitas que trabajan socavando la tensión negativa que termina en la apatía o la estatua congelada. es así como aparece el uruguayo. el uruguayo me habla, me dice: la escritura es satori; me confiesa: ojalá me pasaran las cosas que le pasaron a dick; me habla de su vida, mejor: me habla de su día, mejor: me habla de su nada. me cuenta sueños mientras describe programas de visual basic. reniega contra beethoven cuando cuenta los antideresivos. me pide que lea su diario. así que leo. y ahí encuentro la energía. un año entero. y el diario se mantiene. las palomas muertas en el alféizar se pudren y me digo: así, así debes encontrar tu angustia difusa. de eso se trata lo luminoso. aunque en mi caso creo que es opaco. así que el uruguayo me pasa otro escrito y lo leo, y lo trascribo, porque ahí, en la piel de ese viejo cascarrabias uruguayo me veo escribir, me veo vivir, me veo estar. y dice:
"aquí comienzo este diario ... hace meses que intento hacer algo por el estilo pero me he evadido sistemáticamente. el objetivo es poner en marcha la escitura, no importa con qué asunto, y mantener una continuidad hasta crearme el hábito. tengo que asociar la computadora con la escritura ... eso implica desarticular una serie de hábitos cibernéticos en los que estoy sumergido desde hace cinco años, pero no debo pensar en desarticular nada, sino en articular esto. todos los días, todos los días, aunque sea una línea para decir que hoy no tengo ganas de escribir, o que no tengo tiempo, o dar cualquier excusa. pero todos los días.
seguramente no lo haré. eso, me lo dice la experiencia. sin embargo tengo la esperanza de que esta vez será distinto ... el ocio sí que lleva tiempo. no se puede obtener así como así, de un momento a otro, por simple ausencia de quehacer. por ahora tiendo a llenar todos los huecos, a ocupar todas las horas libres con alguna actividad estúpida e inconducente porque, casi sin darme cuenta, yo también, como esa gente que siempre he despreciado, me he ido creando un fuerte temor a mi mismidad, a estar a solas sin ocupación, a los fantasmas que desde el sótano empujan siempre la puerta-trampa buscando asomarse y darme un susto."

... y es así como empiezo.